Pablo Farrés elige las Islas Malvinas como escenario de la acción novelesca y toma distancia de un recurso narrativo muy presente en su obra previa. Aquí las peripecias del protagonista ocupan el centro del relato, y los diálogos entre los diferentes personajes van develando el enigma de esta historia circular y lisérgica en el Atlántico Sur (...)
Todo vuelve a repetirse en esta novela de Farrés, a comenzar de nuevo, como si la Guerra de Malvinas aún estuviera en el fondo de nuestra memoria, de nuestra historia argentina, para que el trauma, esa desgracia innombrable, jamás termine de contarse, aunque más no sea el cuento de un idiota o de un loco, lleno de ruido y furia, que no significa nada.
"En esta pequeña guerra inútil que nunca termina –escribe el crítico Omar Genovese en el prólogo–, (como no termina el discurso, como no termina la forma de sufrir del cuerpo humano, porque tener consciencia de la muerte ya es una forma de empezar a sufrir), todo se hace evanescente, capaz de repetir esa imposibilidad de transferencia del dolor" (Germán Lerzo en revista Invisibles).