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Silencio blanco

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Carmen no durarĂĄ mĂĄs de un par de dĂ­as.

Mason escupió un trozo de hielo y observó compasivamente al pobre animal. Luego se llevó una de sus patas a la boca y comenzó a arrancar a bocados el hielo que cruelmente se apiñaba entre los dedos del animal.

Nunca vi un perro de nombre presuntuoso que valiera algo D81 concluyendo su tarea y apartando a un lado al animal-. Se extinguen y mueren bajo el peso de la responsabilidad. ÂżViste alguna vez a uno que acabase mal llamĂĄndose Cassiar, Siwash o Husky? ÂĄNo, señor! Échale una ojeada a Shookum, es...

ÂĄZas! El flaco animal se lanzĂł contra Ă©l y los blancos dientes casi alcanzaron la garganta de Mason.

Conque sĂ­, Âżeh?

Un håbil golpe detrås de la oreja con la empuñadura del låtigo tendió al animal sobre la nieve, temblando débilmente, mientras una baba amarilla le goteaba por los colmillos.

Uno de los novelistas Americanos mĂĄs conocidos, Jack London era tambiĂ©n un periodista y activista social. Sus trabajos son relatos que romantizan las fuerzas de la naturaleza y la lucha de sus personajes por sobrevivir. A los veintiĂșn años viajĂł a Alaska durante la fiebre de oro, donde obtuvo los conocimientos que lo llevarĂ­an a escribir tĂ­tulos como "El Llamado del Instinto", "La Odisea del Norte", y "Encender una Hoguera". Gracias a esto, London fue uno de los primeros autores en lograr reconocimiento mundial y conseguir una fortuna de sus cuentos.