Este libro es un instrumento de evocación. Un disparador que nos permite conectar con la vulnerabilidad y la emocionalidad que muchas veces no dejamos aflorar por el dolor o el temor que puedan causarnos. Cada palabra y cada trazo de esta obra tienden a ser como un cordón umbilical hacia uno mismo con el afán de restablecer la conexión cada vez que una mala noticia, una situación de estrés o una dificultad la quiebre.
Sus páginas proponen contactarnos una y otra vez –todas las veces que sea necesario–, en una especie de entrenamiento infinito, para estar en armonía con la desarmonía, validando nuestros temores, el dolor, la incertidumbre y el encuentro inevitable con la soledad, dejando de lado todo esfuerzo por huir de lo que nos está sucediendo. No pretendo en absoluto que sirva para hacernos sentir "bien", sino todo lo contrario, permitir sentirnos "mal" libremente. Invito al lector a develarlo, allí en lo profundo, permitiéndose conectar con su mundo interno y hacerlo reversible.