Es un poemario ambicioso, intenso, infrecuente ây por eso mismo, audazâ en el panorama de la reciente poesĂa española, tanto por su temĂĄtica de carĂĄcter religioso como por el tipo tan variado que presenta de combinaciones estrĂłficas: silvas, sonetos, glosa en quintillas, romances, romancillosâŠ
Confesionalmente catĂłlico, nada mĂstico, sino mĂĄs bien con los pies bien asentados en la tierra, el presente volumen sigue los pasos de otro anterior, Dios a media voz, en el que Cotta manifiesta de nuevo su fe jubilosa en la divinidad, a quien, en esta ocasiĂłn, celebra como creador y señor del universo, como padre, y como redentor. Y lo hace desde el asombro, desde el embeleso, desde el agradecimiento y, sobre todo, desde perspectivas muy cotidianas: la perfecciĂłn de una hoja, el gorjeo de un ruiseñor, los brotes primaverales del azaharâŠ: huellas indelebles de la existencia divina. En suma, todo un canto a la Belleza con mayĂșscula, a partir de una visiĂłn contemplativa e iluminadora de la existencia.