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Caminos y fundaciones: Eje Sonsón-Manizales

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Los procesos de poblamiento y urbanización que se produjeron en la región centroccidental de Colombia1 en el siglo XIX, que fueron protagonizados principalmente por antioqueños, son temas que, en términos generales, han atraído la indagación de investigadores de las ciencias sociales –particularmente de los historiadores, economistas, sociólogos o antropólogos–, de la que se pueden extraer invaluables enseñanzas acerca de cómo se desarrollaron esos procesos en un lapso específico, cuáles fueron sus móviles, cómo se interrelacionaron los diversos agentes para su cometido, cuáles fueron las instituciones que las condicionaron, etc. Pero, a pesar de los esfuerzos por integrar las diversas disciplinas que necesariamente confluyen en su interpretación, siempre quedan vacíos, provenientes, la mayoría de ellos, de la escasa importancia que se le da a establecer la relación entre la sociedad que genera el poblamiento y el territorio que la acoge, principalmente en sus aspectos geomorfológicos; porque, además de los factores de clima, vegetación y demás variables que condicionan la adaptación ecosistémica, las formas que genera la especificidad geográfica, es decir, el relieve, el curso de los ríos, los espacios que acogen y favorecen la producción o la habitación o los que la rechazan, son determinantes en el análisis pertinente. Pero, con mayor razón, existen deficiencias en el estudio de los asentamientos que, con el tiempo, gracias a su 'vocación', se consolidaron como centros urbanos y permanecieron vinculados a desarrollos disímiles. Así, las investigaciones tendientes a esclarecer el fenómeno urbano que produjeron las gestas migratorias han sido, en verdad, escasos, por no decir que inexistentes, y algunas veces han incurrido en graves deformaciones, porque se han desconocido las particularidades del medio geográfico del centroccidente de Colombia como definitorias de los cauces del poblamiento y de la génesis de los poblados.