Estas cartas las dirijo a usted, señor X, es decir, a mĂ mismo, a ese que serĂ© cuando la piel se aje, cuando envejezca, cuando espere en mi lecho la llegada de la muerte y solo desee poder intercambiar mi lugar con alguien mĂĄs. Se las escribopara recordarle algunas cosas que le gustaban, pero especialmente porque en estos dĂas he pensado mucho en la ignorancia y sĂ© que a usted, que ya se ha convertido en un viejo ignorante, aĂșn deberĂĄ emocionarle el tema. Pues habrĂĄ olvidado tantas cosas y olvidar no es sino una forma de ignorar. Le escribo para que vuelva a sentir el placer que le produjo pensar en estos asuntos cuando tenĂa menos años. Para que vuelva a interesarse en la ignorancia, en quiĂ©n la produce y cĂłmo se produce, cĂłmo se fomenta y cĂłmo se desmantela, a quiĂ©n beneficia y a quiĂ©n perjudica. Tantas cosas a las que dedicĂł dĂas y dĂas de reflexiĂłn y ya son apenas una sensaciĂłn vaga en el cuerpo que se confunde con sus Ășltimos estertores.