Sarmiento comienza a escribir El Chacho mientras reside en Estados Unidos como representante del gobierno argentino, y lo hace con el propĂłsito de incluirlo en el mismo volumen de la 3ÂȘ ediciĂłn del Facundo que aparecerĂĄ en Nueva York durante el Ășltimo tramo de su campaña presidencial.
Este es un texto provocativo y desafiante, y cabe preguntarse quĂ© le llevĂł a Sarmiento publicar en 1868 la historia de Vicente Peñaloza, un general de la NaciĂłn asesinado cinco años antes, vencido, prisionero y desarmado, mientras el coronel Sarmiento combatĂa la montonera desde el gobierno de San Juan.
Ăngel Vicente Peñaloza, mĂĄs conocido como el Chacho Peñaloza se rindiĂł al comandante Ricardo Vera en Loma Blanca, paraje aledaño al pueblo de Olta, entregĂĄndole su puñal, la Ășltima arma que le quedaba. Una hora mĂĄs tarde llegĂł IrrazĂĄbal y de forma vengativa lo asesinĂł con su lanza, y a continuaciĂłn hizo que sus soldados lo acribillaran a balazos.
Al Chacho le cortaron la cabeza y la clavaron en la punta de un poste en la plaza de Olta en presencia de su familia. Una de sus orejas presidió por mucho las reuniones de la clase «civilizada» de San Juan. A Victoria Romero, su esposa, la obligaron a barrer la plaza mayor de la ciudad de San Juan, atada con cadenas.
Al conocer la noticia, Sarmiento escribiĂł al presidente Mitre:
No sĂ© quĂ© pensarĂ©n de la ejecuciĂłn del Chacho, yo inspirado en los hombres pacĂficos y honrados he aplaudido la medida precisamente por su forma, sin cortarle la cabeza al inveterado pĂcaro, las chusmas no se habrĂan aquietado en seis meses.