En El sueño de la sultana la fuerza del éxito del país feminista es la educación de las mujeres. Rokeya hace especial hincapié en la importancia de que las mujeres se familiaricen con la ciencia y condena el militarismo de los hombres. Como fábula, su trama es inteligente con una clara moraleja.
Padmarag nos presenta una compleja utopía educativa y filantrópica. En ella, Rokeya nos muestra que todas las mujeres, ya sean hindúes, brahmanas, musulmanas o cristianas, blancas o negras, son víctimas de la opresión patriarcal. Basándose en su propia experiencia como directora de entidades educativas, nos ofrece un relato irónico de los múltiples problemas y nos muestra, además, un conjunto de mujeres comunes que intentan en su vida cotidiana crear una utopía en el mundo.