Todos tenemos referencias cercanas de personas con alguna dependencia y conocemos lo que significa el padecimiento de una adicción: al alcohol, a las drogas, al tabaco, al sexo, al juego, a los dispositivos electrónicos⊠Cada vez dependemos de mås factores externos ajenos a nosotros que crean dependencia y, como consecuencia, nos complican la existencia. Nos encadenan a ellos y nos impiden vivir y actuar con libertad, aislåndonos de nuestros familiares y amigos e incluso de nosotros mismos, abocåndonos mås tarde o mås temprano a la mås amarga soledad. ¿Qué ocurre cuando lo que provoca la dependencia no es externo, sino interno, que procede del mundo de nuestras emociones y sentimientos?
Afortunadamente, desde hace tiempo vamos conociendo a travĂ©s de la psicologĂa quĂ© es la dependencia emocional, Ăntimamente ligada a la falta de autoestima; quĂ© nos hace dependientes y adictos a los demĂĄs, cuĂĄles son los sĂntomas, cĂłmo prevenirla y cĂłmo paliar los daños una vez hemos sido vĂctimas de ella.
Esta «droga emocional» no siempre cuesta dinero obtenerla, pero puede llegar a «matar» igualmente. Es difĂcil reconocer la adicciĂłn porque acostumbra a venir camuflada detrĂĄs del amor y me atrevo a decir que es un invisible boicot que frena nuestros logros en la lucha feminista por la igualdad de derechos. Puede hacer de nosotros una marioneta en poder de manos ajenas, dejando nuestra vida reducida a vivir «dos horas en el cielo y dos meses en el infierno», segĂșn refiere la protagonista de esta historia.
Con este relato, bajo el prisma de su experiencia personal, la autora nos narra de forma descarnada, sin pudor y a corazón abierto, cómo ha sobrevivido en ese submundo de sentimientos tóxicos, qué ha sido capaz de hacer y hasta dónde ha podido llegar para conseguir cada dosis de esta adictiva droga.