En La sociedad de las servilletas el dolor por la desigualdad tiene voz y el sacrificio personal devela la indiferencia. El heroísmo de la gente común, la que nunca es lo que quiere ser, condicionada por su entorno y sueños truncados, es la fuerza que mantiene la existencia y le da cohesión y sentido.
El autor descubre la naturaleza de la miseria de sus personajes y muestra la cara impotente de ella; no busca con ello comprometer o señalar a nadie, simplemente mostrar la realidad de quienes juzgamos fácilmente y resaltar aquello en lo que menos creemos: la fuerza moral, el carácter y el poder de un amor universal.