Una dulce historia que capta la magia de la amistad y la alegrĂa de convivir con una mascota.
«El problema de adoptar un pequeño elefante como mascota es que nunca acabas de encajar... Nadie mĂĄs tiene un elefante en casa. Cada dĂa paseo a mi elefante. Ăl es muy considerado y no dejarĂa que me mojara, por nada del mundo. No le gustan las grietas de las aceras. Siempre he de cogerlo en brazos para que continĂșe caminando. Eso es lo que hacen los amigos: ayudarse para poder superar las grietas».