Este libro no recopila un saber sabido sobre la adolescencia. SerÃa más bien un encuentro contingente entre el psicoanálisis y la adolescencia, tal como la encontramos dicha por otros discursos —sociológicos, antropológicos, filosóficos y, sobre todo, analizantes—. Pretende transmitir lo que el adolescente le hace al psicoanálisis y cómo interviene el psicoanálisis en un sujeto que transita la pubertad.
Es un testimonio de la autora sobre la articulación entre su práctica, su formación psicoanalÃtica lacaniana y la época. Se ve orientada por el enigma que representa la pregunta por el lugar de la pubertad en la construcción de la realidad y la sexualidad, el fantasma de un sujeto. El recorrido irá mostrando como es allà donde ubica la segunda vuelta en la construcción del fantasma, lo que sostiene el deseo hacia el objeto, que define la elección sexual.
Intenta responder a algunas preguntas sobre el lugar que la pubertad/adolescencia tiene en la constitución de un sujeto: en sus identificaciones, sus goces, su realidad fantasmática; ya que no todo está dicho con el Edipo, esa primera vuelta: hacen falta dos vueltas para que el sujeto se inscriba en el discurso como hombre o como mujer. Para el humano parlante, su sexualidad, como veremos en el libro, no tiene nada de natural, no se orienta por sus instintos; para construir su frágil identidad masculina o femenina y adecuar sus goces a ella, depende de esta inscripción.
Los términos adolescente y púber se usan indistintamente. Se trata de optar por dos nominaciones que eluden lo singular… Utilizar el término adolescente o púber, nos orienta hacia un lugar que, si bien es equÃvoco, se puede ir torciendo con el recorrido a realizar.
En el decir poético de Joyce y de Mishima, la autora expresa el modo en que un decir hace al cuerpo pulsional. Le llama a esto resonancias, poniendo en juego el ritmo como el modo en que el cuerpo entra en lo simbólico permitiendo la sexuación.