La modernidad, que supo reocnocer en la ciudad el lugar idóneo para el intercambio y la circulación de los productos, encontrará en la tienda el espacio idóneo donde crear el nuevo escenario para el consumo que el mercado demandaba. Un mercado que valorará la aptitud disuasoria de lo moderno y su capacidad para despertar en transeúnte la curiosidad y el deseo hacia un producto por definición no esencial. A través de los diferentes episodios de la modernidad, el arquitecto verá en el diseño de estos nuevos espacios para el consumo, una oportunidad y un campo de experimentación de sus propuestas formales; un banco de pruebas donde poder aplicar los nuevos conceptos de la arquitectura, al reunir los condicionantes ideales requeridos para la experimentación y la comprobación de nuevos hallazgos.