Perra con pene

Justo cuando estaba en una nueva ola de orgasmos, de repente oĂ­ llamar a la puerta de Rob. Como si estuviera en trance me diera cuenta de que Rob respondĂ­a: "ÂĄEntra, la puerta estĂĄ abierta! ÂżCĂłmo fue eso? ÂżEscuchĂ© mal o fue un sueño? No podĂ­a darme cuenta. Y Rob seguĂ­a como si nada hubiera pasado. Me sentĂ© en su cadera y su hermosa polla se pegĂł por completo en mi culo y me estirĂł en esta posiciĂłn mi trasero desnudo tambiĂ©n todavĂ­a exactamente en la direcciĂłn de la puerta del apartamento, en el que acababa de golpear. Mientras todavĂ­a estaba pensando en esta situaciĂłn extraña, de repente una pareja se parĂł en medio de la habitaciĂłn, justo a nuestro lado. Ambos eran negros, tambiĂ©n. Era una mujer alta, delgada y bonita. Él, por otro lado, era policĂ­a de un tipo. "Hey Rob, viejo" se riĂł la joven y lo abofeteĂł con un "puño del gueto". "ÂżQuĂ© te regalaste a ti mismo de nuevo, oh mierda, ella tiene una cola," gritĂł interrogativamente. Pero Rob siguiĂł como si fuera lo mĂĄs normal del mundo y se riĂł de la mujer: "SĂ­, es mi primer travesti. No se nota. Pero puedes follarte a la vieja durante horas por el culo y la boca. RecogĂ­ a una perra casada amante de pollas en la ciudad el otro dĂ­a. SĂłlo se necesita una Lia caliente y dura". No podĂ­a creer lo que acababa de oĂ­r. Aunque, por supuesto, en mi interior, sabĂ­a lo acertado que era. Lia me mirĂł con curiosidad y se riĂł con arrogancia y desdĂ©n: "AsĂ­ que tĂș eres la chica polla que se dio el gusto aquĂ­ rubia. ÂżEse como tĂș tiene un hombre? Pero aparentemente, tu chico no lo estĂĄ haciendo. Y ahĂ­ dejas que nuestro Rob te joda. Eso es bastante duro, pequeña perra -se riĂł de mĂ­ con un matiz mezquino en su voz-.