La movilidad humana es un proceso que involucra constantes transformaciones sociales y espaciales. Tales transformaciones están ancladas en los profundos efectos que la movilidad humana tiene sobre cada aspecto de las actividades de nuestra existencia social. Por tanto, abordar la movilidad desde una perspectiva geográfica permite entender que las personas se apropian del espacio y al hacerlo construyen territorios que están íntimamente vinculados a su identidad.
Los procesos de movilidad han producido cambios que tienen efectos profundos en la forma como entendemos nuestro lugar en el mundo, en nuestro sentido de pertenencia y en las percepciones que tenemos sobre nosotros y sobre los individuos y las cosas que nos rodean. En tal sentido, es posible vincular la forma en que construimos nuestra identidad y entendemos nuestros alrededores con nuestros movimientos sobre el espacio y los otros movimientos que ocurren en nuestro entorno en diferentes escalas y en diferentes momentos.
Las diferentes dimensiones de los movimientos humanos, como riesgo, itinerancia, reasentamiento y retorno, explican de manera tangible los procesos de movilidad desde donde se puede observar las diversas dinámicas relacionadas con el contexto particular colombiano. Partimos de la premisa de que la movilidad humana no solo se refleja en un movimiento de habitantes, bienes u objetos tangibles y simbólicos, sino que también está directamente involucrada en la generación de transformaciones que pueden ser individuales, colectivas y territoriales, y a su vez produce una constante desterritorialización y reterritorialización de percepciones, sentimientos, acciones y memorias. En consecuencia, nuestros argumentos se centran en que la movilidad sólo se entiende a la luz de lo que las personas comprenden, viven y expresan como territorio.
Así entonces, la movilidad se explica en la medida en que ésta transcurre sobre y entre territorios.