En la primera historia de El teatro de marionetas (1801), de Heinrich von Kleist (1777-1811), se cuenta cómo un muchacho, para congraciarse con su maestro, imita la figura de un mancebo como él sacándose una astilla del pie (de tal escultura hay una copia en todas las casas burguesas del siglo xix). Al verlo, su maestro se burla y le miente al decirle que no se parece en nada a la escultura. El muchacho enrojece y nunca más puede imitar la figura. La mentira, la vergüenza y la seducción son los elementos esenciales de esta relación maestro-alumno, que Paul de Man considera cruelmente sadomasoquista. No hay duda alguna de que Von Kleist critica el sistema de educación en el siglo de la industrialización y la Modernidad.
En principio, parece que solo se tratara de la relación de un individuo con otro, pero pronto nos damos cuenta de que hay un sistema que reproduce tal acto individual en un cuerpo colectivo, de igual modo que existen miles de réplicas de la escultura del mancebo sacándose la astilla del pie.