Cuando somos pequeños, las emociones de nuestras experiencias son las que mĂĄs nos impactan, y crecen con nosotros. Un niño puede no recordar los detalles de una pesadilla, pero la sensaciĂłn de terror que genera el sueño puede durar toda su vida. AsĂ es como la autora recuerda el dĂa en que fue vendida como esclava. El sentimiento de abandono es tan real hoy como cuando ocurriĂł, cuando ella tenĂa tan solo ocho años. De un dĂa para el otro, le robaron su niñez, su vida, su libertad y su dignidad. Y nunca dejĂł de preguntarse por quĂ©. Esta es una historia real, narrada directamente por una vĂctima de la esclavitud en pleno siglo XXI. Un testimonio fuerte que nos obliga a no mirar hacia el costado, a estar atentos y a luchar para que estas historias, que parecen de novela, no sucedan en la vida real, a nadie, nunca mĂĄs.