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Ocho historias para un domingo

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Cuando ves a Maikel Chávez venir hacia ti con los brazos abiertos gritando de alegría, no puedes dejar de reír y saltar de felicidad. Él te contamina. Si lo escuchas por la radio haciendo las voces de muchos, muchísimos personajes, te dices « ¿Cómo puede?», « ¡Qué bárbaro!». Al verlo sobre el escenario actuando y manipulando muñecos, te maravillas y lo admiras: tan buen actor y titiritero es. Si lees sus obras, comentas « ¡Qué clase de dramaturgo!». Y te diviertes, y aprendes, y lloras a veces, y cantas con sus personajes, y vuelves a reír y a saltar de felicidad… porque Maikel te contamina, te contagia, te transmite todo lo positivo que hay en él. Y como él, son sus piezas teatrales. Llenas de juegos y canciones, de colores y enseñanzas, de preocupación por la realidad circundante y voluntad para mejorarla, de magia e inocencia, de gracia inigualable y profundo sentido de la amistad, de mucho humor y amor desbordante. Ocho historias para un domingo están aquí para corroborarlo. Es una selección hecha por el maestro titiritero Rubén Darío Salazar (Santiago de Cuba, 1963), quien recibiera en 2020, junto al diseñador escénico Zenén Calero (Matanzas, 1955), el Premio Nacional de Teatro de Cuba.