Los fantasmas prosperan con las arquitecturas perseverantes y las memorias leales. Castillos milenarios y ofensas imprescriptibles los engordan. El progreso y el olvido, que son hábitos de estos tiempos y de estas tierras, no los auspician. Por eso son tan escasos los fantasmas criollos. El que habita este libro es, me temo, uno de los menos atrayentes. Pertenece quizás a esa raza de espectros que son una verdadera decepción para los amantes de los prodigios. Me refiero a los fantasmas interiores, a las creaciones alucinatorias e individuales de honrados burgueses incapaces ya de ver un espanto hecho y derecho.
A. D.