Una ciudad que funciona permite distintas alternativas de encuentro, relaciĂłn, conflicto y aislamiento entre un grupo muy amplio y diverso de personas. Si esto no es asĂ, la ciudad no funciona o funciona mal. Los sistemas de transporte, las normativas urbanĂsticas, la oferta de viviendas, servicios y espacios pĂşblicos o las condiciones del medio ambiente âo todos ellosâŚâ dificultan el encuentro y la relaciĂłn, exacerban o invisibilizan los conflictos, impiden (o por el contrario, obligan a) el aislamiento de las personas, reducen la diversidad de la experiencia humana y dejan a mucha, demasiada gente afuera del uso y disfrute de los atributos urbanos. La idea que fundamenta este libro es que las ciudades no funcionan, pero pueden funcionar.