Para garantizar un buen comportamiento hídrico de la edificación, corregir y evitar su deterioro en el tiempo lo mejor es que el agua no esté presente, es decir que no la toque, si la toca ésta no penetre, que si penetra no se traslade, o sea, no circule y que si circula se mueva para que se evapore rápidamente. Para que esto ocurra necesariamente tenemos que evitar su presencia en cualquier estado, sólido, liquido, gaseoso, aislarla del elemento constructivo para que no penetre, usando materiales impermeables y estancos, sellando los poros y cualquier vía de penetración e impidiendo su circulación y difusión, finalmente garantizando un buen secado a partir de una buena asoleación y ventilación que permita una rápida evaporación.