Este texto fue presentado por el autor a diversas personas doctas, antes de ser publicado, de modo que recibió una serie de objeciones a las que el autor buscó responder en forma pormenorizada. Él mismo nos dice, y con razón: me presentaron tantas y tan variadas objeciones, que me atrevo a confiar en que no será fácil que a alguien se le ocurran otras, al menos de cierta importancia, que ellos no hubieran ya presentado. Por lo tanto, les ruego una y otra vez a los lectores que no juzguen de las meditaciones antes de que se hayan dignado a leer todas esas objeciones y sus respuestas (AT VII10).Por otra parte, aunque el texto original fue escrito en latín, la lengua de los académicos en el siglo XVII, muy pronto fue traducido al francés, no para ser leído por todo el mundo, ya que el autor consideraba que su escrito no debería caer en manos indoctas, sino para liberarlo de las adherencias que pudiera tener del vocabulario de la escolástica. La traducción fue conocida y aprobada por el mismo Descartes, de modo que se tienen así dos textos un tanto diferentes, que pueden ser considerados ambos como originales. De ahí la convivencia de disponer de ambas versiones y su respectiva traducción al castellano.