Cuando se habla de criminalidad, en su generalidad, se hace referencia a trasgresiones (en sus diferentes concepciones legales-culturales) que desavienen un acuerdo social y en consecuencia son conducentes a sanciones de tipo penal. Su dimensión objetiva obedece a ese grueso de la realidad que humanamente no podemos ver ni escuchar, pero que se intenta consolidar "estadística y objetivamente" mediante registros oficiales. Por su parte, la dimensión subjetiva refiere a todo el esquema perceptivo-sensitivo que un individuo puede construir a partir de su interacción con fuentes sociales al servirle de referencias sobre el objeto cognoscente (el crimen). La disonancia entre el comportamiento subjetivo poblacional hacia el crimen y la variación propia del fenómeno, ha despertado gran inquietud en el mundo científico y político, donde los medios de comunicación (mass media), por su poder amplificador del "mundo real", han sido considerados como un potente factor que alimenta tal disonancia