La ciudad es una brújula de emociones, un texto descifrable en sus edificaciones, en sus calles y, sobre todo, a través de la circulación y los comportamientos de sus caminantes. En los espacios públicos, lugares abiertos a la experiencia común, es donde los habitantes –en toda su pluralidad: hombre, mujer, niño, obrero; entre muchos otros– producen simbólicamente su ciudad, le dan sentido a sus prácticas sociales y, con el tiempo, además, participan en su construcción histórica al contribuir a las memorias colectivas que la singularizan. Por tanto, aunque las planicaciones urbanas sean desplegadas desde los centros del sistema mundo capitalista, siempre se actualizan, a partir de una historia local propia y, por supuesto, gracias a los deseos y los sueños de quienes practican o han practicado la calle.
Ante este panorama, el autor del libro nos presenta, en una concienzuda observación de los caminantes y sus narrativas, un reporte de investigación etnográfica, cuya amplia reflexión teórica, en torno a conceptos fundamentales –como cultura, territorio y ciudad–, posibilita pensar crítica y prudentemente los movimientos de los trazos urbanos de la ciudad de La Paz, Baja California Sur, México, y de uno de sus puntos neurálgicos: su malecón.
El malecón de La Paz ha sido territorializado por sus caminantes como un laboratorio donde se pueden pensar a sí mismos y, al tiempo, configurar una identidad colectiva: lo paceño. Espacio que en los últimos años presenta una evidente desterritorialización a favor de una mayor privatización socio-simbólica (centrada en el turismo), cuya ola expansora se dibuja en todas direcciones de la geografía sudcaliforniana.