Es indudable que existen categorías sociales que, cuando se interseccionan, contribuyen a formar identidades sociales y crean relaciones de poder, dominación y resistencias específicas. Este es el caso de las mujeres habitantes de calle, en cuyos cuerpos se interseccionan categorías como el género, la ciudadanía —y la exclusión de esta— y el hecho de menstruar. La cuestión es que, de manera independiente, estas categorías han sido entendidas desde la exclusión, la contaminación y el peligro. Históricamente, la sangre menstrual ha sido relacionada con la impureza, la enfermedad y, en últimas, con el espacio privado. La habitanza de calle ha significado el rechazo y la exclusión de la ciudadanía. Cuando estas categorías se conjugan, terminan por hacer de los cuerpos que las experimentan doblemente contaminantes y, por ende, doblemente transgresores. Debido a ello, esta imbricación crea experiencias particulares y condiciona la manera en que las mujeres viven y se relacionan con la menstruación desde su condición de supuesta contaminación, exclusión e incoherencia. Más aún, determina la forma en que actores institucionales como la Secretaría Distrital de Integración Social se desenvuelven e interactúan con las mujeres habitantes de calle. Dadas estas condiciones diferenciales, esta investigación analiza la forma en que las mujeres habitantes de calle de la ciudad de Bogotá viven la menstruación desde su condición de habitar la calle, ser cuerpos femeninos y ser cuerpos menstruantes. Los objetivos que esta investigación plantea siguen a grandes rasgos dos derroteros: la forma en que las mujeres habitantes de calle participantes entienden, se relacionan y experimentan la menstruación; y la forma en que el Estado, representado en la Secretaría Distrital de Integración Social, determina y condiciona las experiencias menstruales de estas mujeres.