El poblamiento de Colombia, experiencia urbana que abarca cinco siglos, se distancia de los procesos llevados a cabo en América Latina en razón de que no compartimos con otros países como Brasil y Argentina, la tendencia hacia la macrocefalia urbana, es decir, la concentración poblacional y productiva en una gran ciudad.
Al observar detenidamente el horizonte urbano colombiano encontramos que, si bien existe una unidad representada en el Estado, sus símbolos y sus ritos nacionales, es innegable la presencia de una variada red de ciudades habitadas por sociedades pluriétnicas.
Este texto ofrece al lector una narración acerca de cómo en la organización de la red urbana colombiana, se han sucedido diferentes modelos o sistemas de ordenamiento territorial, al tiempo que las primacías urbanas han ido cambiando al verse determinadas por factores dinámicos como los ritmos de integración del país a los mercados mundiales e incluso las características particulares de la oferta ambiental en cada región, lo cual nos ha convertido en una potencia biodiversa a nivel mundial que a su vez ha sido causal de profundas fragmentaciones.
Para tal fin se exponen cinco casos de la historia urbana nacional: primacías urbanas que además de presentar rasgos particulares, parecen no ser tan obvias: Bogotá con su notable y prolongada preeminencia, al ser el centro administrativo, simbólico y demográfico del país. Pasto que, definida desde sus inicios como una ciudad primada, para el autor puede entenderse a partir de la conceptualización de puerto de montaña. Quibdó, centro minero de carácter tardío, que empezó a consolidarse tan solo a finales del siglo XVIII. Valledupar, única fundación que con funciones agrícolas recibe el titulo de ciudad en pleno siglo XVI. Y Medellín, exitosa en su proceso de modernización urbana.