Con Pierre, mi marido, pasamos incontables horas preguntándonos quĂ© elemento quĂmico podĂa ser aquel que emitĂa esas radiaciones tan sorprendentes. Lo llamamos polonio. Luego, descubrimos el radio. Dijimos que aquel fenĂłmeno era la radiactividad. Siempre creĂmos que la radiactividad era una propiedad interna de un átomo inestable, de un átomo que era una caja de sorpresas . . . y de energĂa.