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Tres poemas

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Los jĂłvenes alientos rechazaron- en tarde tibia plomada de sol-, las agresiones torpes y asesinas. El dĂ­a fue creciendo entre viejas adormideras vespertinas. CambiĂł la risa espontĂĄnea con que la vida premia a los indomables. Se trocĂł en rictus. Trastocaron las palabras en ayes. La ciudad rota se eclipsĂł de repente. EnmudeciĂł este dĂ­a.