Al margen de las formas más brutales de la violencia de género —los femicidios, la violencia física— los celos, la sumisión, el hostigamiento y la descalificación también producen daños profundos y duraderos. Esta es la historia de una madre —Elena— y una hija —Nadia, fotógrafa— a quienes les toca volver a convivir después de muchos años. Ambas sufrieron vínculos violentos.
En la madurez, Elena (Bañada en la luz cálida de la mañana tiene algo de ángel. Un ángel flaco, los omóplatos bajo el camisón, duros como las aletas de un pez) tiene problemas cognitivos y sufre olvidos; en su cabeza se pierden los nombres y hay otras cosas que prefiere no recordar. Además, dibuja, de manera incesante: recuerdos que aparecen como ráfagas y trazan un mapa secreto por fuera de esa nebulosa que es su mente. En esa desmemoria o esa deriva final, en el repaso de sus vidas, madre e hija logran reencontrarse.
Verónica Abdala (diario Clarín)