Hacía seis años que Jean-Luc Manoire había abandonado a Rachel Ward sin mirar atrás. Ella nunca había conseguido perdonarlo, pero ahora necesitaba ayuda y él era la única persona que podía ofrecérsela.
Rachel había heredado una enorme casa que estaba a punto de perder a manos del banco. Necesitaba dinero urgentemente y, con toda seguridad, Jean-Luc lo tenía. Con la ayuda financiera de él y la pericia en los negocios de ella, formarían el equipo perfecto, ¡siempre y cuando el millonario francés comprendiera que el hecho de que lo compartieran todo en los negocios, no le daba derecho a compartir también su camal!