Como práctica de escritura interlingüística y lugar de intersección y negociación, la traducción es uno de los mecanismos de creación de identidades. Partiendo de un corpus de más de 700 traducciones, y apoyándose en los estudios del nacionalismo, este trabajo nos descubre las variadas formas en que la traducción sustentó representaciones de la nación mexicana ya desde inicios del periodo novohispano, y pone de manifiesto su papel fundacional en la constitución de la cultura letrada. Propone una novedosa lectura de las traducciones que se produjeron desde la conquista del territorio (1521) hasta la Independencia (1821), y en cuanto a su metodología trasciende de diversas maneras los modelos habituales de análisis en historia de la traducción.