Una joven prostituta recorre una ciudad nocturna de límites imprecisos, quizá Tel Aviv. Se hace llamar Libby, «corazón mío» en hebreo. La miran tanto los hombres como las mujeres: «No soy guapa, se acostaban conmigo», repite como en un salmo o una confesión, pero no se deja atrapar por las miradas ni por las palabras. Sube y baja de coches con chóferes lacónicos y comparte momentos de humor y sororidad con otras trabajadoras sexuales. Su vida es como un sueño que le sucede a otra persona, una suma de violencias y una forma de libertad en la que no se puede ser libre.
El debut narrativo de la israelí Maayan Eitan, que causó un enorme revuelo al publicarse en su país, ha sido saludado como una singularísima obra maestra. En breves y alucinados capítulos de alto voltaje literario, Amor narra a la vez la verdad y la mentira, aquello que sucede y aquello que debería suceder. Combina el aliento lírico de un Cantar de los cantares con la inversión moral (la contemporaneidad) de Jean Genet, Thomas Bernhard o la serie Euphoria, y se hace inolvidable gracias a su protagonista, la turbadora Libby, descarnada y huidiza bajo la atención paralizadora del deseo masculino.