Desde un costado de la plazoleta el pueblo acomana a su reina. Anacaona sube los tres escalones que la separan de la plataforma; se ve derrotada pero no vencida, no gime ni se queja. El verdugo se acerca a ella, le coloca la soga en torno al cuello, luego la ayuda a subir a un taburete y templa la cuerda. Anacaona alza la cara por encima del horizonte; contempla a su gente. El verdugo le quita el taburete. El nudo se corre. El lado oscuro de la Conquista.