El presente libro aborda la cuestión clásica de la relación entre el lenguaje y el pensamiento humanos, poniendo el foco en la hipótesis de la relatividad lingüística (RL), esto es, en la idea de que la diversidad lingüística acarrea una correlativa diversidad cognitiva. Aparte de las aportaciones filosóficas sustantivas a este debate, hay una tarea preliminar de aclaración que es ineludible (la hagan o no los filósofos), dada la complejidad del problema. Existe una tendencia a plantear las cuestiones sin muchos matices, adoptando planteamientos cortantes: o se acepta la total independencia del pensamiento con respecto al lenguaje y a las lenguas, o se defiende que el pensamiento está supeditado al lenguaje o a una lengua concreta, sin dejar resquicio de autonomía al pensamiento.
Frente a ello, este trabajo intenta elaborar un mapa detallado del territorio de la relatividad lingüística que refleje que hay muchas zonas intermedias habitables. Con ello no se busca sólo presentar espacios lógicos de posibles posturas, sino, ante todo, delimitar zonas de plausibilidad en dichos espacios. Eso no significa que se plantee una posición ser neutral o centrada. A lo largo de sus páginas se defiende la plausibilidad y la relevancia filosófica de al menos algunas versiones de la hipótesis relativista. Con varios matices, se sostiene que el lenguaje está involucrado de modo importante en el pensamiento humano, que la diversidad lingüística puede acarrear una significativa diversidad cognitiva o que la relación entre el lenguaje y el pensamiento es, en realidad, una interacción en la que, además de ellos, intervienen otros factores como la cultura.