Una primera novela indómita y salvaje. Toda una declaración generacional.
Para Rita, la vida transcurre en un laberinto de drogas, noches de vagabundeo por los clubs y sexo casual. Se instaló en Londres con Lis, su mejor amiga, tras graduarse en la universidad, con la intención de buscar algo nuevo, una aventura quizá, o de labrarse un futuro similar al de su hermana mayor, Eva, editora de éxito, una envidiable hija perfecta. Cuando Lis cae en una depresión profunda, una especie de enajenación que la mantiene en cama, y Eva se enfrenta a una crisis que le hará replantearse su futuro, Rita se ve obligada a revisar entre los recuerdos del pasado para entender en qué momento su vida dejó de tener sentido, qué hace que la gente se aleje de su lado. Con una economía de lenguaje quirúrgica, los personajes de Animales pequeños merodean por una ciudad lluviosa y sombría, extrañamente silenciosa, y retratan a una generación que no encaja, que no encuentra su lugar. En esa urbe despiadada, estas jóvenes se rebelan de forma salvaje contra su cuerpo, contra la vida adulta, resignadas a no poder transmitir sus sentimientos.