Había renunciado:
"—¿Qué sucede, Malka?
—Allí está; míralo. Ahora no se conforma con mirarme desde el café, cuando yo regreso de la oficina. Me ha seguido, por lo visto. ¿Qué busca en mí ese hombre? Además, ya no es un chiquillo.
Los ojos «experimentados» de Isa se clavaron en la arrogante figura varonil que, de pie en la plaza, contemplaba, al parecer con indiferencia, las evoluciones de una pelota que lanzaban unos chiquillos contra una valla.
Silbó cómicamente y miró a su hermana.
—Es un hombre fantástico, Malka. ¿De qué color tiene los ojos?
—Nunca le he mirado de frente.
—Apuesto a que son negros, a juzgar por sus cabellos oscuros y algo crespos. Parece un hombre de una personalidad extraordinaria."