Al inicio del primer capítulo, Freud describe su trabajo del siguiente modo:
En las páginas que siguen demostraré que existe una técnica psicológica que permite interpretar sueños, y que, si se aplica este procedimiento, todo sueño aparece como un producto psíquico provisto de sentido al que cabe asignar un puesto determinado dentro del ajetreo anímico de la vigilia. Intentaré, además, aclarar los procesos que dan al sueño el carácter de algo ajeno e irreconocible, y desde ellos me remontaré a la naturaleza de las fuerzas psíquicas de cuya acción conjugada o contraria nace el sueño.3
La obra introduce el concepto de Yo, y describe la teoría de Freud del inconsciente en lo que concierne a la interpretación de los sueños. Los sueños, desde el punto de vista freudiano, constituyen formas de "cumplimiento de deseo" — tentativas del inconsciente para resolver un conflicto de alguna clase, ya sea algo reciente o algo procedente de lo más hondo del pasado (más tarde en Más allá del Principio de Placer Freud hablaría de los sueños que no parecían constituirse en cumplimiento de deseo). Sin embargo, debido a que la información en el inconsciente se encuentra en una indomable y a menudo perturbadora forma, un "censor" en el preconsciente no permitirá que pase inalterada a la consciencia. Durante los sueños, el preconsciente es más laxo en este deber que en horas de vigilia, pero todavía está atento: como tal, el inconsciente debe falsear y deformar el sentido de su información para que pueda pasar a través de la censura. Así, las imágenes en los sueños a menudo no son lo que parecen ser, según Freud, y necesitan de una profunda interpretación para que puedan informarnos sobre las estructuras del inconsciente.
Freud basa su argumentación en la revisión inicial de trabajos científicos previos de análisis de los sueños, que encuentra interesantes pero inadecuados. A continuación describe una serie de sueños que ilustran su teoría.