Bathsheba Everdene, una muchacha con una sonrisa «de las que sugieren que los corazones son cosas que se pierden y se ganan», hereda, a la muerte de su tío, la mayor granja del pueblo de Weatherbury.
Tres hombres rondan a esta joven propietaria, «fuerte e independiente», que sin duda está en situación de elegir: el pastor Gabriel Oak, empleado suyo tras un desafortunado intento de independizarse, y que padece con silencioso aplomo su diferencia de posición; el hacendado Boldwood, un rico y maduro solterón, algo oscuro y poco delicado, pero capaz de amar con una intensidad imprevisible; y el sargento Francis Troy, apuesto, acostumbrado a los favores del mundo, conquistador.
Bathsheba puede elegir, pues, y elige… aunque en poco tiempo habrá de descubrir que ha renunciado «a la sencillez de su vida de soltera para convertirse en la humilde mitad de un indiferente todo matrimonial».
Lejos del mundanal ruido (1874) no es sólo un formidable retrato de una heroína victoriana que sabe que «es difícil para una mujer definir sus sentimientos en un lenguaje creado principalmente por el hombre para expresar los suyos». Es también un fresco pastoril de resonancias shakespeareanas, donde el paisaje y la historia, la naturaleza y la cultura, mantienen un diálogo tenso y complejo, lleno de pequeñas sutilezas e ironías. Thomas Hardy alcanzó con esta novela su primer gran éxito, y también la que quizá sea la más amable de sus obras maestras.