Sujetos explotados y presos por lo cotidiano y animales que entran a la vida de
humanos aun más violentos que la propia naturaleza. Así son los personajes
de Mundo salvaje, conjunto de relatos en el que López-Aliaga representa con
maestría un bestiario que anuda situaciones realistas a otras donde se atraviesa
el límite de lo fantástico, disponiendo con sutil ironía e inteligencia cada silencio,
cada precisa omisión.
La persecución de un monstruo infantil que apunta el futuro del narrador, una
historia de cerdos en el sur de Chile, el canto de unos pájaros ñuñoínos que
se confunden con la triste y gris derrota de la memoria, un pequeño perro que
conecta dos vidas brutas y lejanas, y cómo se cruza la búsqueda del origen de
la locura con la historia de amor del poeta Dino Campana y Sibilla Aleramo,
son algunos de los eventos —aparentemente inconexos— que López-Aliaga
manipula, con una habilidad envidiable, para construir un nuevo volumen de su
destacada trayectoria en el relato.