Frente a todo esto, el desafío es cuesta arriba e imperativo: ¿Cómo diseñar un nuevo texto constitucional que responda y se haga cargo de las pulsiones que quedaron en evidencia durante la crisis?
Creemos que lo que necesita el país de los próximos años es robustecer la vida en común; es decir, promover una asociatividad fortalecida por medio de más y mejor subsidiariedad y solidaridad.
Como se deja entrever, la discusión es una pregunta sobre qué tipo de sociedad queremos; y en específico: ¿debe estar el Estado al servicio de la persona?, ¿solo el Estado debería proveer derechos sociales?, ¿se permitirá –o se impedirá– que exista una normativa que reconozca la identidad de los grupos intermedios? Estas y muchas otras preguntas son las que este libro tiene como desafío responder para aportar al debate constitucional en ciernes.