Este libro es, por encima de todo, la historia de una madre. Pero también es la historia de una noble mujer, una mujer que fue realmente grandiosa, justamente porque ella nunca trató de ser así. Porque ella entendió la esfera en la que el trabajo de una mujer en el mundo generalmente debe consistir y verdaderamente dirigió su vida según las líneas que Dios le había tendido; porque sufrió valientemente, se olvidó de sí misma por otros y se mantuvo fiel a sus nobles ideales, ella gobernó como una reina entre aquellos con quienes le tocó vivir. Su influencia fue muy grande y de un gran alcance, pero ella misma fue la última en sospecharlo, la última en desearlo, y ese fue quizás el secreto de su grandeza.
Este tipo de mujer es raro hoy en día, pero, ¡gracias a Dios! aún hay Mónicas todavía en el mundo. Si hubiera más, el mundo sería un lugar mejor.
