En abril de 1977 el partido nazi estadounidense pretendía manifestarse en Skokie, una localidad del Estado de Illinois donde residía la mayor comunidad de supervivientes del Holocausto en Estados Unidos después de Nueva York. La marcha del pequeño grupo de simpatizantes nazis suponía un agravio para las víctimas, pero el sistema jurídico garantizaba el derecho de «los otros» a expresarse, incluso si las camisas pardas y la esvástica de los brazaletes supusiesen una incitación al racismo y la segregación religiosa. El asunto generó una diatriba judicial y moral que Aryeh Neier explica en Defendiendo a mi enemigo: nazis americanos en Skokie y los riesgos de la libertad. Neier, quien fuera un niño judío que pudo escapar de Berlín junto con su familia en 1939, en su condición de presidente del American Civil Liberties Union decidió asumir la defensa de los miembros del partido nazi para que pudiesen manifestarse en Skokie. De acuerdo con Neier la defensa del enemigo era la única forma de proteger una sociedad basada en libertades democráticas. Neier plantea y nos comparte su dilema: «Y yo, siendo judío, ¿cómo puedo negarme a defender la libertad, aunque sea para los nazis?». «Quienes hayan sufrido en carne propia el asedio, la persecución o el desmantelamiento de las instituciones y la justicia, encontrarán en estas páginas un eco de lucidez y un espacio para la reflexión. Pero, sobre todo, para aquellos que ignoran o subestiman los peligros que acechan a las democracias y los derechos humanos, las palabras de Neier cobran una vigencia y universalidad todavía mayores.