Sobre la religiosidad de los sectores populares pesan varios malentendidos. Mirada desde afuera, bajo el supuesto de que vivimos en sociedades que ya no creen en ningún tipo de intervención del "más allá" en la vida cotidiana, esa religiosidad aparece asociada a ideas de superstición o ingenuidad en sus manifestaciones de estampas y rezos de tradición familiar, garajes donde se cantan canciones evangélicas, ofrendas en los altares del Gauchito Gil. Sostenido en la riqueza del acercamiento etnográfico, este libro desmiente esas imágenes cristalizadas y revela un mundo que cada vez más es importante comprender por fuera de las etiquetas.
Pablo Semán se aproxima a la religiosidad popular realmente existente para mostrar cuán determinantes son sus lazos con las trayectorias familiares, las coyunturas políticas y económicas, los medios masivos y la cultura. Después de convivir con pentecostales y católicos de un barrio del Conurbano bonaerense, de acompañarlos en sus separaciones, duelos, casamientos, problemas de adicción o de desempleo, devela el núcleo más vital de su religiosidad: su visión cosmológica del mundo, su certeza de que lo sagrado no es un plano separado de la vida sino parte de ella y de que los milagros ocurrieron y pueden ocurrir en cualquier momento. Pero esta sensibilidad, común a evangélicos o pentecostales y a católicos, no es siempre igual a sí misma y va hibridándose con otras experiencias. Recuperando las historias de fieles, catequistas, curanderos, pastores y sacerdotes, jalonadas por conversiones de una religión a otra en el intento de darles sentido a sus vidas, Semán analiza cómo ese modo de experimentar la religión va mutando según las generaciones –quienes fueron jóvenes en los años sesenta o setenta confiaban más en las instituciones que los jóvenes de los noventa, por ejemplo–, según la pertenencia política y las inquietudes militantes, según los consumos culturales (como las bandas de rock o los libros de autoayuda).
Así, al seguir trayectos personales muy diversos –de la casa a la calle, de la iglesia a las terapias de autosuperación, del rock a la unidad básica, del dogma cerrado a la experimentación ritual–, Vivir la fe es un aporte imprescindible para reconocer los aspectos innovadores de la religiosidad popular, esa zona de exploración, apropiaciones y revisión crítica que habla de una visión del mundo en que lo sagrado se reinventa todo el tiempo.