Lo ocurrido en cádiz el 19 de marzo de 1814, con la promulgación de la Constitución por parte de las Cortes, constituye un primer desenlace de una coyuntura de crisis iniciada seis años antes con el descoyuntamiento de la cabeza de la metrópoli y la invasión de la Península por el ejército bonapartista. Desenlace que encierra una cruel paradoja: un documento avanzado y liberal, para su época, que emerge del seno de una de las formaciones más arcaicas de la Europa moderna. A esa paradoja se refería Marx cuando escribía sobre 1812, en el marco de su análisis de las revoluciones de 1854: en la época de las Cortes, España se hallaba dividida en dos partes: en la Isla de León, ideas sin acción; en el resto de España, acción sin ideas .