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Églogas

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La obra poética de Garcilaso es reducida, pero de gran importancia en el contexto de las letras españolas (tres églogas, dos elegías, cinco canciones, treinta y ocho sonetos, una epístola en verso y algunos poemas breves tradicionales). A la muerte de Garcilaso, sus manuscritos pasaron a manos de Juan Boscán (poeta e íntimo amigo de Garcilaso). La viuda de Boscán, Ana Girón de Rebolledo, se encargó de publicarlos.

Garcilaso de la Vega, máximo exponente del Siglo de Oro español, recupera el género clásico de las églogas. El poeta adopta el género eglógico porque le permite expresar los sentimientos más íntimos y dar voz a la introspección, mediante su lenguaje poético.

En sus composiciones, especialmente en las tres Églogas, Garcilaso da prueba de su gran talento y sus conocimientos literarios, que abarcan desde los clásicos hasta los renacentistas italianos neoplatónicos.

Garcilaso recupera este género en el que la evocación de la naturaleza juega un papel crucial. Sus composiciones tratan temas amorosos en un ambiente bucólico y pastoril. La naturaleza idealizada sirve para mostrar los sentimientos. El amor y el descubrimiento de la naturaleza, aparecen en las tres Églogas de Garcilaso de la Vega.

- Égloga I: La más valorada de sus tres composiciones. Los pastores Salicio y Nemoroso lamentan el desdén de sus amadas y de la muerte. Ambos personajes corresponden a dos períodos biográficos de Garcilaso, el de su amor no correspondido por Isabel Freyre y el de la tristeza causada por la muerte de ésta.

- Égloga II: La segunda égloga es la más extensa y compleja de las tres. Se cuentan los amores de Camila y Albanio.

- Égloga III: La tercera y última égloga recurre al locus amoenus, y en ella se idealiza la belleza de un paisaje del Tajo. Cuatro ninfas bordan tapices que contienen diferentes historias de amor. Aparecen referencias mitológicas (Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, por ejemplo) y la historia de la ninfa Elisa y el pastor Nemoroso.