En la segunda mitad del siglo XIX, los avances en la medicina profiláctica permitieron un alto ritmo del crecimiento de la población, la llamada explosión demográfica. La producción agrícola en buena medida respondió a esta creciente demanda gracias a la denominada revolución verde, que incluyó fertilizantes sintéticos y encontró un clima más apropiado: un aumento de la temperatura promedio mundial, que dejó atrás la denominada pequeña glaciación. En la década de 1970, el fenómeno de aumento de la temperatura pareció revertirse y la temperatura atmosférica descendió, hecho que encendió alarmas. No pocos estudios prevenían sobre las consecuencias geopolíticas que una hambruna masiva podría generar si bajaba la temperatura media; no se descartaban guerras como consecuencia de migraciones masivas. A mediados de la década de 1980, se revertió nuevamente la tendencia, y la temperatura creció en forma sostenida y a un ritmo mayor que la tendencia observada en el siglo que siguió a 1850.
Hoy las comunidades científica, económica y política alertan sobre posibles cataclismos que pueden desencadenar el efecto invernadero. El principio de previsión , hace necesario tomar medidas que atenúen, o eliminen las consecuencias de un calentamiento anormal de la temperatura de la atmósfera. Éstas acciones deben realizarse aun cuando no existe un consenso sino una educada opinión altamente mayoritaria, sobre la causa antrópica del calentamiento atmosférico.
Este libro desarrolla la temática anterior, remontando la historia a un pasado que solo deja huellas geológicas pues es anterior a la existencia de la humanidad.