Ante la pregunta de si escribir libros se ha convertido en un anacronismo en la era de la comunicación digital y la cibercultura, la respuesta es, ciertamente, un no; sin embargo, aunque por una parte pueda observarse que el libro como objeto y concepto se mantiene vivo en la era digital, por otra, debe analizarse y estudiarse lo que esta presencia implica en términos de los nuevos modelos de escritura, lectura y pensamiento.
Para Roger Chartier, la revoluciĂłn del texto electrĂłnico no ha relegado al libro de modo que pueda ser catalogado como una antigĂŒedad; por el contrario, ha sido una excelente manera de reinventar el anĂĄlisis de la cultura impresa haciendo Ă©nfasis en las diferentes herramientas con que cuenta la industria editorial.
En el ĂĄmbito literario, el uso de estas tecnologĂas ha permitido el surgimiento de formas hĂbridas de creaciĂłn, que permiten la integraciĂłn de elementos extra-textuales y proponen un soporte diferente a la cultura escrita, asĂ como un soporte nuevo para el libro: es a causa de una conjunciĂłn de este tipo que surge la llamada literatura electrĂłnica, aquella que es creada en un entorno digital y sĂłlo puede ser consumida en un soporte electrĂłnico.
En esta investigaciĂłn se analizan aspectos relacionados con los cambios que padece el producto literario asĂ como el repertorio del mismo, la figura del lector (o consumidor) y el concepto del productor (o autor).