La poesía como fuente de reflexión.
La capacidad auto-reflexiva del poeta nos pone en situaciones —cosecha de su rica inventiva verbal— que nos abisman hacia los precipicios de la condición humana, ya sea por el camino del humor, la ironía, o el contenido —aunque definitivo— horror de vivir.
Si es cierto que los poetas son seres tocados por los dioses, no es menos cierto que en la contraria circulación de nuestra sangre habita una hecatombe, de cuya materia verbalis [Eielson dixit] germina la poesía. Este magnífico libro de Carlos Llaza es una prueba concreta de tal estallido.
Descubre este poemario que lleva a los lectores a una gran reflexión metafísica.
EXTRACTO DE Con cierto vagabundo
El ojo hambriento se cierra
como si un rayo de sol saciara la herida.
Tirado en la vereda en carne viva
el hombre hace inventario de trofeos y medallas
que sorteará entre sus mascotas
para que viajen por el mundo y se hagan hombres,
para que coman como puercos
y forniquen como estrellas
de mar.
A CERCA DEL AUTOR
Carlos Llaza (Arequipa, 1983). Poeta, traductor literario y profesor. Graduado de las universidades de Edimburgo y de Oxford. Preseleccionado para el Bridport Poetry Prize (2012). Autor del libro Brame el fuego (Vinciguerra, 2009). Su trabajo ha aparecido en publicaciones como Periódico de Poesía, La Raíz Invertida, Buenos Aires Poetry, Revista Literaria Monolito, Digo Palabra, Letralia, Circumference, entre otras. Actualmente vive en Glasgow.