Con el estilo soberanamente limpio, natural, exacto y cuasi aristocrático de Dazra Novak, nos mueven y remueven, nos saltan y asaltan, nos alzan y nos hunden, nos salvan y nos pierden estas historias, suerte de ritual orgiásticamente verbalizado u orgías verbalizantemente ritualizadas, maza y argamasa, susurro y grito, hight way y check point, sexo anhelante y atalaya que lo embarga. Historias —libertarias y binómicas al tiempo que gregarias y aherrojantes— que coquetean con la diáfana timidez de la muy atrevida y ritual insinuación, textos en los que el binomio que ama o desea, esa dualidad que a todos salva de la individualidad, es vigilado/presionado/negado desde lo que atenaza gregario. Estos cuentos trasudan la sacra pátina y el divino augurio que asoma desde su antecedente parisino: el Salon des Refusés , en el París del siglo XIX. Así como salón mediante impusieron los impresionistas el cromatismo rotundo de sus lienzos, así estos cuentos serán premiados —a salvadora mansalva— por el agradecido lector. Estas seis historias ratifican a Dazra Novak como una de los más sagaces —y delirantemente insinuantes— cuentistas cubanas de los últimos años.