Pocos materiales han atravesado la historia por miles de años como el ladrillo, un material tradicional, que pone a prueba la creatividad y que resuelve perfectamente la relación con las nuevas tecnologías. Con su riqueza y variedad se ha sabido adecuar a las distintas regiones del planeta y en condiciones climáticas diferentes. El ladrillo actual tiene un formato racional de fácil uso e implementación y posee, además, la capacidad de adaptarse a un concepto, a una idea arquitectónica. Es un material de bajo mantenimiento, con un envejecimiento a un costo razonable y, en el final de sus días, resuelve sin inconvenientes su transformación para nuevos usos y se recicla con bajo consumo energético. A lo largo de la historia, muchos edificios fueron construidos con los materiales del lugar, y al ladrillo, se lo encuentra en todos lados. Aunque se ha innovado mucho, sin alejarse demasiado de su origen, en esencia, sigue siendo el mismo. Logramos presentar un conjunto de viviendas con un mismo material, pero con resoluciones diferentes. Los arquitectos nos muestran su capacidad plástica, sin descuidar la relación con el entorno, los límites de la privacidad, las orientaciones, y en definitiva, la habitabilidad. Al considerar todas las variables posibles de interrelación reinterpretan la arquitectura tradicional de manera contemporánea